Entrevista a Emanuel Anguiano y Cristina Alanís

Con motivo de la reposición de la obra “Spek“, platiqué con Emanuel Anguiano y Cristina Alanís, dos jóvenes que en los últimos años han presentado puestas escénicas partiendo de la ciencia ficción, y que incluso fueron seleccionados en 2015 para ser parte de la Muestra Nacional de Teatro.
 

 
¿Cómo se les ocurre la idea de escribir Spek?
EM: Pues yo tenía desde hace ya varios años leyendo sobre neurociencia, es un hobbie que tengo. Me atrae mucho que hay varias disciplinas en torno a la neurociencia que tocan desde un aspecto científico todo lo que gira alrededor una puesta en escena ya sea desde la perspectiva del director, el trabajo del actor y en menor cantidad desde el espectador, el proceso de espectar una puesta en escena. Me parece muy interesante cómo, desde la parte de la ciencia, se pueden encontrar respuestas muy concretas, muy analíticas a fenómenos que en esencia son más místicos, cuestiones de energía, cuestiones intuitivas. Cuando aparece la convocatoria de Puestas en escena CONARTE el año pasado, estábamos montando Laberintos y le propuse a Cristina crear algo a partir de la bibliografía que tengo, que es extensa. Está la neurofenomenología, etnoescenología, teoría de la mente, todo el estudio de la neuroestetica con las neuronas espejos y muchísimos más campos. Esta interdisciplinareidad permite que haya encuentros entre científicos y directores de teatro, tanto para crear investigación en la parte de la ciencia, como para crear montajes con una base científica. Armé un esqueleto, un boceto de texto a partir de estas diferentes corrientes, de estos temas que tienen que ver con el acto de espectar. Teníamos esa esta inquietud de por qué nos gusta ver, por qué ver teatro. Es una pregunta que creo que es pertinente no sólo a quienes hacemos teatro, sino al espectador en general. En el contexto particular de Monterrey se me hace muy valioso poner esta pregunta en la mesa, porque sabemos que el público es difícil, la asistencia a las salas siempre ha sido complicada.
 

 
Por lo que mencionas, eso implica hablar de ciencia en el teatro, pero sin que sea una obra “científica”
EA: El reto con Spek fue, una vez que la inscribimos, poder darle una estructura dramática, que sea algo que esté interesante en escena, en un desarrollo dramático, que no fuera meramente informativo. La gran parte de los casos que se han dado con este vínculo entre científicos y directores de teatro, ha sido más por el ensayo dramático y es una estructura más informativa, no como una conferencia, pero sí donde el hilo conductor es como si aplicáramos el método científico: una historia llevando una tesis y empezar con hipótesis, un proceso de experimentación, refutación y al final llegar a una teoría. Ese es el modelo en el cual gran parte de los trabajos que se han hecho lo han seguido. Nosotros decidimos buscar algo que sea un poco más, llevarlo a una historia, una anécdota, pero que tenga estos tintes de todas las teorías y fue así como dimos con la ciencia ficción. Inicialmente era un trabajo de neurociencia con teatro y el enfoque se fue perfilando más a tener esta atmosfera total de ciencia ficción.
 
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No es la primera vez que utilizan ciencia ficción en sus montajes, como ya vimos en “De los laberintos” ¿cómo les ha ayudado la ciencia ficción como método narrativo para contar sus historia?
 
CA: Yo creo que Emanuel naturalmente tiende a ese género, creo que lo de la espectación y las neuronas espejo, eso es muy conciente, la ciencia ficción es inconsciente. Da la casualidad que el trabajo que nos interesa cae en la ciencia ficción. Creo que este género ayuda porque la ciencia ficción es muy generosa en cómo dosifica la información al espectador, porque es mucho más fácil mantener el hilo conductor si se están generando sorpresas todo el tiempo a nivel informativo, a nivel lógico.
 

 
¿Qué han encontrado después de llevar a escena Spek?
CA: En todas las obras nos pasa que cada vez las modificamos más. Cada vez que las presentamos encontramos más cosas, sin querer. Algo que comentaba con Emanuel es que en Spek, aunque hemos ido encontrando varias cosas, en algún punto vamos a decir alto, tenemos que estar más limpios. Lo que encontramos generalmente son precisiones o profundizar temas, tensiones entre los personajes, profundizar implicaciones o consecuencias de una acción que puede ir más allá, como hacerla más profunda en el nivel anecdótico y sobre todo relaciones de los personajes.
 
EA: El texto inicial era muy distinto a la última presentación que hicimos. A diferencia de otros montajes donde el texto ya está listo desde el inicio, aquí hemos ido armando poco a poco la obra, con escenas que propuse yo o que propuso Cristina, a veces incluso era ideas totalmente radicales y opuestas a lo inicial. El último tercio de la obra se reestructuró a partir de una idea de Cristina, que ayudó a que termine con cuestiones filosóficas, metafísicas y hasta espirituales, que fue adquiriendo naturalmente.
 
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¿Hay una intención inconsciente de irse a la parte filosófica?
EA: Nuestra manera de trabajar implica platicar mucho entre nosotros, no paramos las cosas hasta que no las discutimos un montón entre nosotros.
 
CA: Creo que es una consecuencia muy natural de sobreanalizar todo y luego tratar de apuntar a que el trabajo sea muy trascendente y para ello, pasa algo trascendente, por lo que acaba hablando de un tema filosófico o existencial.
 
EA: Además, los temas que queremos tratar nos orillan a abordar aspectos filosófico. Por ejemplo en el caso de Spek, primero defendemos la idea de que lo más importante es el espectador y consideramos que el espacio escénico sobre el cual se construye una puesta, mas que un espacio físico, es la mirada desde el punto de vista de neurociencia y la mirada como ventana a la mente. Todo lo que está en escena es una herramienta para que el personaje, la anécdota viva en la mente de quien lo está percibiendo, por lo que en cada una de las personas que ven la obra hay diferentes variantes de la misma puesta en escena. Entonces quizás cuando haya un apocalipsis, donde todo se destruye, lo que quede vivo sea la ficción.
 

 
En sus proyectos hay una gran influencia del cine, no sólo en la parte visual, sino también en la forma de narrar, ¿cuáles han sido sus principales directores o películas como base no solamente para Spek, sino para su trabajo?
CA: Todo lo de cine es de Emanuel. Tiene esta influencia bastante delicada y directa de todas estas películas de ciencia ficción, donde hay un prisionero a causa de la ciencia, que es una tensión muy interesante, que se da por ejemplo en La Mosca o Frankestein.
 
EA: Últimamente me di cuenta que hay en Spek también algo de The Thing, y recientemente vi The Hateful Eight, donde también hay un juego de lealtades, quién está diciendo la verdad, quién no, con quién está la confianza. Eso también aparece en Spek. A mí me fascina Cuarón, Tarantino, Nolan. Inconscientemente no es que busquemos la ciencia ficción, pero es un género que me gusta mucho, junto con el de terror.
 
CA: De hecho en Spek, el científico se llama Víctor. Originalmente se mencionaba en la obra, pero sucedía casi después de la mitad, así que decidimos quitar ese dato.
 
EA: Aparte de lo que me guste, en todas las obras tanto de las de cada uno, como las que hemos trabajado en conjunto, antes de cada ensayo siempre hay una conversación al inicio de cada ensayo, de media hora o más, sobre películas. Todos los equipos con los que hemos colaborado son muy cinéfilos y además se apasionan con eso.
 
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No son comunes las obras de teatro de ciencia ficción, quizás porque a mucha gente que hace teatro no le gusta el género. Esto puede derivar en que no haya un público que exija teatro de ciencia ficción ¿cómo han visto la respuesta de la gente con Spek? ¿Hay un público que demanda este tipo de obras?
CA: ¡Claro! Creo que más bien no hay un público asiduo a casi nada contemporáneo, no sólo ciencia ficción. Creo que el teatro comercial tiene un público que sabe qué esperar y va a buscar eso, pero en el caso de nosotros estamos muy nebulosos. Los temas, la calidad, los niveles de producción y el tipo de propuesta en el teatro alternativo varían tanto, que el espectador no sabe qué esperar e incluso a veces no hay claridad en la comunicación. No hay una clara oferta masiva a la población de Monterrey para empezar a generar el hábito de ver teatro. Están empezando a salir nuevos foros con otros formatos de teatro que ojalá ayuden a crear una especie de hábito para que la gente vea teatro. El teatro de ciencia ficción podría tener, en los jóvenes sobre todo, un gran público. Monterrey es una ciudad que se presta a hacer actividades que no sean al aire libre, creo que hace falta el vínculo entre el teatro y el espectador que demanda actividades.
 
EA: Tenemos dos sectores: teatro comercial o teatro muy experimental. Las salas de repente están llenas, pero los espacios nunca están calientes, depende de los grupos o depende de a quien vas a ver. Yo desde afuera me preguntó ¿qué es lo que le veo? ¿qué es lo que me atrae? y ¿cómo llegué a una manera en que me apasiona hacer teatro? Curiosamente estas respuestas tienen algunos indicios de que es lo que sucede a un nivel neuronal o nivel personal de la experiencia de espectar. Eso es lo que estamos mostrando en Spek.
 

 
¿Cómo ha sido la experiencia a nivel producción?
EA: Algo que le he aprendido a Cristina es que primero pensamos lo que nos funcione y luego vemos cómo lo conseguimos y lo conseguimos a como dé lugar.
 
CA: A veces pedimos becas para poder costear los gastos de producción cuando los proyectos nos piden cosas que nosotros no podríamos costear. Generalmente la primera impresión que tenemos del proyecto es la que mejor nos funciona. Si una obra pide un piso de cristal y a fuerzas se necesita el piso de cristal vamos a hacer lo posible por conseguirlo.
 
EA: Incluso esta semana vamos a hacer unos cambios en la ambientación de Spek con esta nueva presentación, para hacer una extensión de la cabina, que delimite mejor el espacio. Igual vamos a hacer un cambio en el vestuario. Nos damos el gusto de ver cosas que nos interesan, aunque a veces perdamos algo económicamente.
 
CA: Lo que también hemos aprendido es que menos actores es mejor, principalmente por hacer coincidir los horarios de todos los involucrados. Eso tampoco quiere decir que nos vamos a restringir si el proyecto pide muchos actores, pero todavía no se nos ha ocurrido una obra con muchos actores.
 
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¿Ustedes como espectadores qué han aprendido de Spek”?
CA: Nos hemos dado cuenta que tenemos una calidad muy grande como espectadores. Yo soy la menos cinéfila del grupo, pero veo mucho teatro. Hubo un momento en que se me hacía aburrido ver teatro, pero ahorita me encanta ver teatro. Me encanta ver todo, porque cómo no voy a ver algo si a lo mejor va a estar bueno. Es un amor natural que Emanuel también tiene y que creo que se volcó en Spek.
 
EA: Eso que dice Cristina yo también lo sentía. La primera vez que tuvimos ensayos le decía al equipo ¿cuál es tu primer recuerdo del teatro? Yo recuerdo que íbamos a ver con unos tíos El Cascanueces, ese era mi único referente de teatro. La primera vez que vi teatro ya bien fue cuando empecé a ver teatro en el Tec y ahí me empecé a interesar.
 
CA: Mi primera experiencia en un teatro, como edificio, fue en el Teatro de la Ciudad. Trajeron a mi escuela, estuvimos haciendo fila y a la mera hora no cupimos y nos regresaron.
 

 
¿Qué más les gustaría hacer en escena?
CA: Algo que hemos notado es que cada vez nos alejamos más de buscar textos y decidir montarlos. Hemos empezado a escribir nuestras historias. Lo siguiente probablemente sea un texto interno. Tenemos muchas ideas, pero lo que nos falta es tiempo. Por ejemplo, tengo dos ideas que implican música, unas algo absurdas.
 

 
¿En la parte de producción qué otras cosas les gustaría experimentar?
EA: Me gustaría experimentar con material holográfico, o interacción virtual con un personaje que esté solamente proyectado. Además, hay una intención siempre de intentar llevar a escena temas o ideas que no son sencillos de llevar. Por ejemplo en El séptimo arte el final es más cinematográfico y fue un reto realizarlo en teatro y hacerlo funcionar. En “De los laberintos…” pues es un apocalipsis zombie que tampoco es sencillo llevarlo a una obra. Esa dificultad de tratar temas complicado es una motivación para mi. Hay una inquietud, a partir de mi gusto por el cine, de investigar la posibilidad de traducir el lenguaje audiovisual del cine a la escena.


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