10° aniversario de Jardín en Llamas

¡Hola! Mi nombre es Carlos López y soy la persona detrás de este proyecto, el responsable de todo lo que ven en nuestras redes y plataformas.

Con este texto quiero conmemorar el décimo aniversario del proyecto y compartir contigo un recuento de lo vivido en este tiempo, del trayecto recorrido. Usualmente prefiero que el foco del contenido esté en el teatro de Monterrey, no en mí. Pero para esta gran celebración, me pareció importante voltear un poco la cámara hacia acá, porque hablar de Jardín en Llamas inevitablemente implica hablar de mí mismo.

Te cuento un poco: nací en Saltillo, Coahuila, hace ya algunos años (no diré cuántos), pero desde hace 16 vivo en Monterrey. Llegué en 2009 y fue entonces cuando empecé a buscar actividades culturales. En Saltillo, durante mi etapa universitaria, tuve la oportunidad de trabajar en varios proyectos culturales, así que al llegar a Monterrey quería seguir explorando ese mundo.

Defino mi relación con el teatro como la de un espectador. Habrá quien me etiquete como crítico, reseñista, periodista o incluso investigador, pero yo prefiero esa palabra: espectador. Esto implica una perspectiva desde dónde mirar y hablar. Me gusta definirme, específicamente, como un espectador teatral norestense.

Si bien mis raíces están en Saltillo, mi desarrollo como persona interesada en el teatro ha sido en Monterrey, conviviendo con gente de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, lo que me arraiga a ciertos temas y características norestenses.

Aunque suene curioso, estudié administración de empresas y tengo una maestría en tecnología educativa. Al principio, esto lo veía como una desventaja para escribir sobre teatro, al no tener preparación formal en humanidades, artes escénicas o literatura. Pero, lejos de desanimarme, me motivó a buscar formación complementaria. A lo largo de estos diez años, he procurado tomar al menos un curso o taller al año relacionado con el teatro: historia del teatro, dramaturgia, crítica, apreciación escénica, periodismo cultural y hasta escritura creativa. Todo para cubrir esas “falencias” de formación profesional. Y, claro, también está mi formación como lector de dramaturgia, otra vía para acercarme al teatro.

Ahora sí, enfocándonos en el proyecto, tengo que hablar de lo que había antes de Jardín en Llamas. No quiero aburrirte con un recuento año por año, así que prefiero centrarme en momentos clave, hitos en la historia del proyecto.

Video de Emmy Flores

En 2010, vi la obra “La chica que se robó la Torre Eiffel” en la Sala Experimental. Al salir, conecté con algo personal y sentí la necesidad de contar lo que había visto. En ese entonces, tenía un pequeño blog donde publicaba creaciones literarias y decidí subir una reseña, más bien una interpretación de la obra. Por esa época, también se había abierto el portal teatromexicano.com, un gran referente para el registro teatral a nivel nacional. Como buscaban colaboradores, me animé a enviar mi reseña de “La chica que se robó la Torre Eiffel” y otra de una obra de Xalapa. No supe si las habían aceptado hasta que, un día, recibí un mensaje de Jandro Chapa, director de la obra. Me contactó para agradecer que hubiera ido y decirme que le había gustado mi texto. Así comenzó nuestro contacto. Para mí fue muy motivante descubrir que algo que publiqué por simple gusto había resonado en alguien más.

Otro hito importante fue en 2011, durante el Festival de Teatro Nuevo León. Fui a ver “Incendios”, del dramaturgo franco-libanés Wajdi Mouawad, dirigida por Hugo Arrevillaga. Fue la primera obra que, que yo recuerde, me emocionó hasta las lágrimas, una experiencia totalmente distinta a todo lo anterior. Recuerdo el escenario a dos frentes, con una pasarela de madera que se transformaba según las necesidades de la historia. La dirección, la escenografía, las actuaciones… todo fue magnífico. Ahí entendí que la butaca era mi lugar feliz y que valía la pena hacer filas para ver teatro.

Años después, en un taller de crítica teatral con la doctora Ana Laura Santamaría, una gran crítica de Nuevo León, nos preguntó si recordábamos alguna obra que quisiéramos volver a ver. Para mí, esa fue “Incendios”. En esa plática, entendí que encontrar obras así hace que valga la pena ver muchas de calidad variable, porque esas experiencias nos permiten llegar a esos “granos dorados”.

En 2015 (aunque la idea venía desde 2011), decidí darle forma al blog. Ya había escrito en uno personal sobre diversos temas, pero quería uno dedicado al teatro. En ese entonces, los blogs culturales estaban surgiendo. Investigué sitios enfocados en teatro y encontré principalmente teatromexicano.com (dirigido por Alejandra Serrano) y Entretenia (dirigido por Juan Carlos Araujo), un blog de teatro de la Ciudad de México. En términos administrativos, hice un benchmarking para identificar las mejores prácticas en divulgación teatral.

Desde entonces, el objetivo principal del proyecto es difundir el teatro que se hace en Monterrey. Me sigue pareciendo triste ir a una función con poco público, y creo que la difusión es clave para interesar a la gente en obras que no conocen.

Además, entendí que el texto para internet tiene características distintas al de un medio impreso y que mi blog debía tener una personalidad visual fuerte. Para eso, la única manera era incluir fotografías. Creo firmemente que la foto de una obra puede despertar más interés que una reseña.

Fotos de “La Nueva Alejandría”. Al centro foto de Carlos fotógrafo por Enrique Gorostieta

Como tampoco tenía formación en comunicación ni fotografía, en 2014 junté ahorros y compré una cámara. Unos amigos fotógrafos me enseñaron a usarla. Mi primera obra fotografiada fue “La nueva Alejandría”, texto de Verónica Musalem dirigido por Iván Domínguez-Azdar. Ahí descubrí otra pasión: fotografiar teatro. Hoy, si voy al teatro sin mi cámara, siento que me falta algo.

Para concretar el blog, dos grandes amigos, Gadiel y Abraham, me asesoraron y me “apadrinaron” para conseguir un hosting y un dominio propio. Quería que tuviera formalidad. En 2015 empecé a publicar, y las redes sociales, principalmente Facebook en ese entonces, fueron clave para difundirlo. Podía etiquetar a los grupos teatrales, lo que ayudó mucho a darle visibilidad. Además, en 2015 había pocos blogs que hablaran de teatro local.

Algo curioso es que al principio no me interesaba que me conocieran a mí, sino mi trabajo. Durante todo 2015 me mantuve casi en secreto. Iba a las funciones, compraba mi boleto y veía la obra sin presentarme. Una maestra de teatro me contó años después que ella y otra persona apostaban sobre quién escribía las reseñas; ya tenían identificadas a unas tres posibles personas. Sospechaban de alguien con cámara, obviamente.

Fotos de “Los difusos finales de las cosas”

También en 2015 se presentó “Los difusos finales de las cosas”, escrita por Enrique Lozano (autor colombiano) y dirigida por Jandro Chapa. El director tuvo la cortesía de invitarme a una función especial donde estuvo presente el autor, quien voló desde Colombia hasta Monterrey. Al final, hubo una sesión de preguntas y respuestas, y me di cuenta de que había una oportunidad desaprovechada: el autor vino y se fue sin mayor repercusión. Pensé que sería interesante entrevistar a las personas y tener un registro desde su voz.

En 2016 me propuse publicar dos textos por obra: mi reseña y una entrevista a sus creadores. Así se podría contrastar mi perspectiva con su intención. Sin embargo, en la práctica entendí que era un proyecto que demandaba mucho tiempo: ver la obra, escribir, entrevistar, editar la entrevista y las fotos. Con el tiempo, los recursos que invertía eran muchos y ya no tenía el tiempo necesario, por eso hoy hay menos entrevistas.

Fotos de la primer temporada de “Mi Teatro”

En 2016, Jandro Chapa vuelve a aparecer y me invita a la inauguración de “Mi Teatro”. Ahí aproveché para presentarme con los creadores y tener otro tipo de conversación. Estos diálogos se han repetido con distintos interlocutores, ampliando mis conocimientos y permitiéndome entender mejor el trabajo teatral. También perdí un poco el miedo a que supieran quién soy, aunque siempre está la posibilidad de críticas. Recuerdo llegar muy feliz a casa después de esa inauguración, por el cálido recibimiento de la comunidad teatral.

Pasaron los años, seguí escribiendo y trabajando, y empecé a notar que necesitaba conocer el proceso de creación de una obra. Por más libros interesantes que encontré sobre puestas en escena, no es lo mismo que vivirlo. En uno de los Festivales de Monólogo, vi “DHL”, escrita e interpretada por Luis Eduardo Yee, la cual me encantó. En un viaje a Ciudad de México, encontré el texto editado y decidí que quería llevarlo a escena. Contacté a Roberto Cruz, quien se ha convertido en un gran amigo, y empezamos a trabajar. Yo asumí el papel de productor, y Roberto, el de director. Invitamos a Rubí Rivera como asistente de dirección y a Ramón Villegas para interpretar el monólogo. Fue una experiencia enriquecedora.

Trabajamos el proyecto en un taller de dirección con Martín Acosta y David Jiménez Sánchez, e hicimos algunas temporadas. Me tocó hacer de todo: escenografía, iluminación, utilería, publicidad (el diseño lo hizo Roberto), conseguir ensayos, agendar espacios y hasta ser “psicólogo” del equipo. Aprendí lo que quería: conocer un montaje de principio a fin. Este proyecto me alejó un poco de escribir sobre otras obras, pero me dio otra perspectiva, aunque al principio me costó quitarme el “chip” de productor al ver otras puestas. Sin duda, fue una de las mejores experiencias que he vivido.

Luego vino la Muestra Crítica. Después de alejarme un poco de los textos en 2018, en 2019 se abrió la oportunidad de asistir a esta iniciativa dentro de la Muestra Nacional de Teatro. La Muestra Nacional presenta obras de todo el país, y la Muestra Crítica, liderada por Luz Emilia Aguilar Zinser e Ilona Goyeneche, invita a personas que escriben sobre teatro a criticar las obras seleccionadas. En 2019 apliqué, fui seleccionado, y fue otra de mis mejores experiencias teatrales.

Fotos de los equipos de la Muestra Crítica 2019 y 2023

Pude valorar la oferta cultural de Nuevo León y entender que no en todos lados se tiene la oportunidad de ver teatro de otras partes del país. También conocí a gente como yo, apasionada por el teatro, con distintas visiones, lo cual fue muy enriquecedor. En 2023 también asistí a la Muestra Crítica en Guadalajara. Ambas experiencias detonaron otros proyectos para Jardín en Llamas.

En 2019, al regresar, quise replicar el modelo de la Muestra Crítica en Nuevo León durante el Encuentro Estatal de Teatro. Y en 2023, surgió la idea de explorar otros medios, lo que dio origen a “Siete Claves para Ver” en Instagram.

Collage de “El Bóker”

También en 2019, antes de ir a la muestra, vi “Ese Bóker. En el Campo del Dolor”, de Víctor Hernández. Es una obra llena de símbolos de la cultura de Nuevo León. Al salir, reflexioné sobre si alguien sin este contexto podría entenderla. Me di cuenta de la importancia de acompañar al espectador para que aprecie mejor una obra. Esto me motivó a enfocar mis textos más en el contexto que en un análisis exhaustivo de la puesta en escena. Soy partidario de que toda obra de arte merece ser explicada; no nacemos sabiéndolo todo.

En 2020 llegó la pandemia, y tuve el privilegio de dedicar ese tiempo a proyectos en línea, ya que todo el teatro se mudó a ese formato. Tras participar en la Muestra Crítica, me animé a replicar el concepto localmente. Así nació el Encuentro Crítico, con personas de Monterrey interesadas en discutir sobre el teatro que veíamos en pantalla. En 2021 lancé una escuela de espectadores, donde hablamos de historia del teatro a nivel mundial y en Nuevo León, y conversamos con creadores de las obras de la convocatoria de CONARTE de ese año. Esta escuela implicaba dar contexto sobre las obras y luego platicar con sus creadores. Fue una oportunidad para explorar otras formas de hablar de teatro.

Una pequeña muestra del trabajo en pandemia

Las discusiones en la Muestra Crítica de 2023 y en talleres previos con Javier Ibacache y Zavel Castro me hicieron ver la oportunidad de explorar otras maneras de comunicar sobre el teatro en Nuevo León. En 2024, empecé a trabajar más con Instagram, plataforma cuyo formato visual conecta con un público más joven que el de Facebook o el blog. Adapté los contenidos y me dio mucha alegría encontrar a gente desconocida en las funciones viendo mis publicaciones.

Si bien la tendencia en redes está enfocada al video, reconozco que para ello se usa un lenguaje que no domino. Sin embargo, el formato con solo imagen ha funcionado muy bien. Este alcance me motiva a seguir desarrollando la presencia en redes, pasando un poco del texto a lo visual.

Hay Jardín en Llamas para rato. Quizás con menos intensidad que al inicio, pero con la misma pasión para generar conversaciones sobre el #TeatroEnMTY.

Con el riesgo de caer en el lugar común, no quiero cerrar sin agradecer. En primer lugar, a quienes me han acompañado en este camino, personas cercanas que no necesariamente están ligadas al teatro: Sylvia, Abraham, Gadiel, Fede, Jerry, Roberto y Eugenio. También ustedes son parte de este jardín.

En segundo lugar, a las y los creadores que han tenido la disposición de dialogar conmigo. No solo en persona, sino en mensajes o incluso simplemente aceptando mis textos con gusto o cortesía. Siempre es un placer saludarles y ver sus obras.

Por último, a ti que lees esto. Como en el teatro, de nada sirve escribir si no hay un público que lo lee, que da “me gusta” o deja un comentario. Solo así, juntos, podremos construir comunidad y ayudar a crecer la escena local.

Nos vemos en el teatro :)


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